Ser jóven en el oriente de Guatemala, y empezar el camino hacia la búsqueda de un empleo digno puede llegar a ser un panorama muy desalentador. Esta narración fue escrita en la implementación del proyecto enREDa en el departamento de Chiquimula, Guatemala, hilando una serie de frases empalabradas por las/os mismas/os jóvenes que participaron en el proceso.
¿Migrar al norte, o migrar a la cabecera?
Una contradicción que encontramos fue en el tema de la migración. “La misma familia no deja que nos movamos”, mencionaba una de las jóvenes al preguntarle si estarían dispuestas a moverse a la cabecera municipal para trabajar, al igual que ella, muchas jóvenes hablaban acerca de lo difícil que es que las familias acepten que ellas salgan de sus hogares. En algunas ocasiones por apego familiar, por ser mujeres, pero también bajo la justificación de que en la comunidad hay todo lo que necesitan, y que aún cuando no haya trabajo, “en la comunidad se vive con poco, pero se vive”.
Esta visión en algunos momentos se vio contrastada con comentarios sobre la migración hacia los Estados Unidos, “antes esta aldea estaba llena de jóvenes, era bien alegre. Pero ahora ya todos se fueron al norte…”. Estos comentarios generaron dudas acerca de la decisión de las jóvenes de migrar a Estados Unidos, contrastado con lo difícil que plantean que es migrar algunos kilómetros hacia las cabeceras u otras ciudades dentro de Guatemala.
“Los trabajos que nos dan apenas nos alcanzan para cubrir nuestros pasajes, nuestra comida o un cuartito… uno termina sin ganar nada”, decía un jóven acerca del bajo salario que podría llegar a ganar en comparación con todos los gastos que supondría el moverse a Chiquimula a trabajar. Pareciera que las condiciones que ofrecen los trabajos en Guatemala no son suficientes para incentivar la movilización de muchos jóvenes hacia las ciudades vecinas, pero la percepción del trabajo en Estados Unidos sigue siendo una ambición de muchos/as aún cuando esto supone un riesgo e inversión más alta.
Lo seguro, es de que una frase que se repite y que está en la mente de los/as jóvenes todo el tiempo es “si quieren trabajo tienen que irse para otros lados”.
La tortillería y la tienda
Algo importante a mencionar es que la mayoría de las asistentes a los talleres fueron mujeres, esto puede deberse a que las organizaciones sociales desde hace ya un tiempo tienen un enfoque de mujeres y juventud, y de alguna forma se ha normalizado de que ellas sean las que asistan a las convocatorias. Esta tendencia nos hizo entender la narrativa tradicional en base al género, “se discrimina mucho a la mujer” esta afirmación se repitió varias veces y de diferentes formas. No es un secreto de que esta sociedad conservadora y machista genera una discriminación directa a las mújeres, y si a esto sumamos que son mujeres jóvenes y rurales la desigualdad se amplía aún más.
“Las mujeres jóvenes son la mano de obra en los cascos urbanos, principalmente en medianos y pequeños negocios como tortillerías y tiendas” según el gerente de la mancomunidad Copan Ch’orti ha habido un incremento de la movilización de mujeres jóvenes a las cabeceras municipales. Casi siempre estas jóvenes terminan trabajando en tortillerías y tiendas, las cuales no ofrecen ninguna condición digna de empleo, “se les pagan Q300 o Q400 (USD50.00) a una jóven que trabaja en tiendas o tortillerías” agregaron a la narración.
Pero, ¿por qué las jóvenes se arriesgan a dejar sus hogares a cambio de trabajos esclavizantes y condiciones precarias?, ¿Qué las empuja a tomar estas decisiones? “las mujeres que no logran salir, se quedan en la cocina, la pila, cuidar niños, cuidar hermanos”, puede ser que la opción de salir de sus comunidades a trabajar a un negocio informal sea la única alternativa que estas mujeres jóvenes encuentran para salir de estos ciclos que mencionan. Habría que profundizar más acerca de las condiciones de los hogares, ya que seguramente la problemática es más compleja, e involucra factores económicos, sociales y culturales que no se pueden nombrar acá.
El ser mujer jóven en esta región está claramente cargado con una narrativa de odio y discriminación “las opiniones de las mujeres no valen”, “las mujeres son más debiles”, “si van a trabajar las mujeres regresan con panza”, “las mujeres son solo para oficios domesticos”. Estas frases nos dan a entender de forma muy superficial lo complejo que puede ser nacer mujer y luchar por encontrar un empleo digno en este territorio, y al mismo tiempo nos hace entender en cierta medida por que optan por dejar todo atrás y trabajar “hasta 12 horas” en una tortillería o tienda.
Una generación hiperconectada
La mayoría de los/as jóvenes que participaron en los grupos estaban entre los 16 y 23 años, una generación z, que aún en su condición rural, tiene una conexión importante con la tecnología. La frase “Utilizan demasiado el teléfono en el trabajo” y “Se pierden en las RRSS” nos hizo entender que los dueños de las empresas, en su mayoría boomers, ven como algo negativo la cantidad de tiempo que los jóvenes pasan en sus celulares, ya que los perciben como que “están perdiendo el tiempo”.
Esto contrasta con lo que los/as jóvenes identifican como una fortaleza, “Se nos hace más fácil el uso de la tecnología”, y esto según ellas/os es algo ventajoso en un tiempo en donde el marketing, las ventas, los cobros, y los procesos empresariales empiezan a migrar a entornos digitales.
Tal vez la hiperconectividad no es sólo negativa después de todo. La pandemia por ejemplo, empujo a que los/as jóvenes buscarán las herramientas para autoformarse, en un momento en donde las instituciones educativas no lograron migrar hacia métodos alternativos de educación, “yo todo lo tengo que buscar en youtube, por que no entiendo casi nada de lo que me dejan en la escuela” y esto nos habla de la autonomía que se han visto obligados/as a desarrollar las juventudes, pero también de la capacidad que tienen para aprender, “aprendemos más rápido que los adultos”.
Lo disruptivo de las juventudes
Es importante entender que los recambios generacionales son naturales y positivos, “los jóvenes deben de hacer un recambio generacional” afirma el coordinador de la oficina de desarrollo de Camotán, hablando de la necesidad de que más jóvenes sean insertados en puestos de trabajo. Pero este recambio muchas veces viene cargado de una naturaleza que es inherente a la juventud, “los jóvenes no cumplen con el reglamento” una visión muy adultocentrista que castiga la naturaleza de cuestionar, innovar y proponer de las juventudes en estructuras de trabajo tradicionales.
¿Qué pasaría si los patronos dejarán de colocar una carga negativa en la naturaleza disruptiva y la aprovecharan para innovar en sus negocios? Tal vez esta energía retadora y crítica canalizada positivamente, podría permitir que a lo interno de las empresas se replanteen procesos, se innove en la comunicación, se gesten nuevos productos, o se implementen nuevas herramientas y formas de ver y hacer las cosas.
La competitividad que trae la globalización consigo nos obliga a ser flexibles y tener que transformarnos constantemente y a un ritmo acelerado, y que mejor que las juventudes para idear nuevas y mejores formas de hacer las cosas. Al final, tal vez debemos de dejar de ver a las juventudes como “Son irrespetuosos” y empezar a ver el valor que guarda esto, “Somos más creativos, dinámicos y flexibles”.
Una oportunidad
“Damos el mayor esfuerzo, porque sabemos que nos están dando una oportunidad” menciona una de las jóvenes en la aldea Salitron. Esto nos hace entender de que ellas son conscientes de la apuesta que hacen algunas personas, y están dispuestas a invertir lo mejor de ellas. Pero por otro lado, no sabemos si la sociedad guatemalteca es consciente de la oportunidad que está perdiendo al no incluir a la juventud.
Del año 2,000 al 2,040, Guatemala está en un periodo de bono demográfico. Esta es una oportunidad casi única, y significa que el país se encuentra en pleno crecimiento de su población en edad productiva. Ante esto, es importante comprender lo vital que es la inversión de los sectores públicos y privados por incentivar el acceso a oportunidades enfocados a la niñez y juventud.
El Fondo de Naciones Unidas para la Infancia (Unicef) menciona que el bono demográfico “es una oportunidad que puede aprovecharse o no”. Para lograr beneficios de este momento histórico del país, debe involucrarse no solo el Gobierno, sino también la iniciativa privada, sociedad civil, academia y la población en general. Para garantizar un adecuado desenvolvimiento de este bono demográfico, enfatizan, es urgente hacer inversiones fuertes en este grupo etario, sobre todo en tres pilares fundamentales: el desarrollo de la primera infancia, adolescencia y juventud y en garantizar su protección integral.
Las juventudes que conocimos en este proceso tienen claras cuáles son sus ventajas como grupo. Son conscientes de sus capacidades físicas, de su capacidad para aprender, de la facilidad tecnológica que poseen, de su mayor empatía, entre otras. Pero es claro que para que esto funcione, se deben de tender puentes de diálogo con los sectores públicos y privados con el objetivo de visibilizar la poca inversión que hay en “el futuro de Guatemala”, y generar acuerdos para que esto cambie y se les pueda brindar una oportunidad.
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