Este artículo continúa la discusión abierta sobre la cooperación descentralizada por Borja Monreal en su artículo: "Construyendo desde la empatía" publicado en EsGlobal
Tal y como comentaba mi compañero Borja Monreal hace unos días, en un país donde más de un 20% de la Ayuda Oficial al Desarrollo (AOD) proviene de la cooperación descentralizada y es mayoritariamente canalizado a través de organizaciones de la sociedad civil, es clave poner en valor y posicionar en el discurso las ventajas comparativas de la cooperación descentralizada. Sin embargo, en mi opinión, el foco de la discusión no debe situarse en si su papel es dotar de mayor o menor coherencia a la política de la Cooperación Española (CE) sino cómo potenciar su complementariedad desde las especificidades de cada cooperación.
Ahora bien, ¿cómo fortalecer esta complementariedad? ¿cómo significar las ventajas comparativas de la descentralizada? Sin entrar en detalle a cada una de las agencias autonómicas de desarrollo, en su globalidad, probablemente todavía es necesario un profundo proceso de reflexión para cada una de ellas identificara y pusiera en relieve algunas cuestiones como:
¿Cuál es su principal conocimiento y experiencia derivada de sus características endógenas? y ¿cuáles son los actores más relevantes en estas materias en el territorio? Por citar algunos ejemplos, algunos ya señalados en el artículo, País Vasco en cooperativismo, Andalucía en desarrollo agropecuario, Galicia en acuicultura y pesca, también cooperativismo, Canarias en migraciones….valores culturales propios de cada región, etc. y
¿Cuál es la experiencia adquirida como gobiernos descentralizados?: Procesos de descentralización de políticas, ordenación del territorio, puesta en valor de los bienes colectivos y el capital de un territorio, generación de un capital social territorial, etc.
¿Cuál es la experiencia acumulada como agente de cooperación? ¿Cuáles las del tejido que las organizaciones han construído tanto dentro como fuera del territorio?: priorizando sectores de actividad y territorios en los que se destaque ya sea por la presencia o por la especialización en los mismos.
Este conocimiento es absolutamente diferencial de cada territorio con respecto a otros y muy bien podría ponerse en valor potenciando un papel de articulador de actores territoriales (ya sean empresas, universidades, ONGD, consejerías, etc.). Esta cercanía y flexibilidad que pueden tener las agencias descentralizadas para conectar actores, muchas no las tienen agencias más grandes como las nacionales o internacionales.
Por tanto, apropiarse de este rol de articulador supone una oportunidad diferencial indiscutible para la cooperación descentralizada, muy especialmente, cuando también se promueven intervenciones de cooperación bilateral directa y no sólo a través de organizaciones de la sociedad civil. Para lograr este rol de articulador de actores, también es necesario promover instrumentos que faciliten y agilicen la cooperación técnica.
Por otro lado, si se potencia más una cooperación técnica, ¿no podría la cooperación descentralizada apostar también por la cooperación triangular? Quizá la descentralizada también puede explorar áreas fuera del rol más clásico de donante y funcionar como un articulador y capacitador de otros agentes de la CE y autonómicos en los ámbitos identificados como propios.
Teniendo en cuenta las asimetrías presupuestarias entre los grandes donantes y las descentralizadas, la cooperación triangular también puede ser una opción donde la descentralizada logre generar un impacto considerable y afirmarse como actor de referencia en el universo de la cooperación, mientras que se ponen de manifiesto los valores territoriales.
En definitiva, en un momento de tanto cuestionamiento político, es necesario destacar que la cooperación descentralizada tiene un enorme potencial más allá de su papel como donante. Pero, como bien señala el artículo, todo esto exige asumir y asomarse a mundos desconocidos para ellos.
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