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Mathias Eistrup

“Yo soy tú, tú eres yo”: ¿Cómo normalizar una masculinidad que no normalice la violencia?

Entre las organizaciones, activistas y personas en general a quienes nos preocupa el tema, está bastante clara la magnitud y los impactos del obstáculo que son las violencias contra las mujeres. En Guatemala, las 229 denuncias diarias, en 2021, de delitos en contra de la niñez y las mujeres, los 95 casos registrados de femicidio y muertes violentas de mujeres, en poco más de 2 meses, o los 60.304 embarazos en menores de 19 años durante el año 2020 (1.626 solo en menores de 14 años), son algunos de los números que nos asustan, sabiendo que detrás de ellos hay un entramado complejo de causas que contribuyen a unos índices de descriminacion, dependencia y exclusión de las mujeres, que no deberíamos tolerar.


Identificamos el problema y nos preocupamos con los impactos que este fenómeno tiene. Antes de más, por el daño infligido a las víctimas. Además, porque se cultiva una cultura de violencia, muchas veces de impunidad, y se cierran las puertas a oportunidades a la mitad de la población, por el simple hecho de ser mujer. Diríamos que eliminar todas las formas de violencia contra las mujeres es una cuestión básica de justicia social, característica de cualquier sociedad que aspire a la dignidad, armonía y a la prosperidad.


El inconveniente que hemos identificado en el proyecto “Jóvenes y Tecnología Transformación de Imaginarios por la Igualdad de Género”, ejecutado por Asociación Ajb’atz’ Enlace Quiché y SIC4Change en el departamento de Quiché, Guatemala, es que la percepción que tenemos del mundo que nos rodea no se basa exclusivamente en datos y pensamiento racional. Las emociones juegan un rol determinante en cómo interpretamos y valoramos nuestra realidad.


Así, hemos visto que una buena parte (sin ignorar las causas históricas y estructurales de la exclusión de mujeres, principalmente las indígenas rurales) del sostén de las violencias contra las mujeres en la vida cotidiana son las prácticas, historias, imaginarios, valores, roles y ejemplos que asimilamos desde la infancia a partir de la realidad que nos rodea. Por otras palabras: las narrativas que, como grupos en la sociedad, construimos sobre “qué es violencia y qué es normal”, “qué es ser hombre y qué es ser mujer”, etc.


Fue por eso que nos propusimos construir la campaña “Yo soy tu, tu eres yo”, que contribuye a cambiar las percepciones sobre qué significa “ser hombre”. Buscamos difundir modelos de masculinidad que sean diversos, pero que principalmente se basan en actitudes de tolerancia, respeto, colaboración y diálogo. La campaña va dirigida a jóvenes, un segmento de la población que ha sido más expuesto a nuevas realidades a través de redes sociales, siendo este el principal canal para la difusión de la campaña.


Utilizando mensajes cortos, la clave de nuestro abordaje está en captar episodios de la vida cotidiana, vinculados a los valores, intereses y realidades de la audiencia, para generar interés por los mensajes. Si logramos diseminar otros modelos de vivir la masculinidad, asociarlos a emociones positivas, de una forma que genere empatía en la audiencia… Habremos dado un paso hacia adelante en el debate público y concientización sobre las violencias contra las mujeres.



 




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